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Reseña: El Tumba, de Javier Ávila


Para comenzar esta reseña, copio el texto de la contratapa del libro, donde Leopoldo Brizuela nos habla del autor.

Javier Ávila es uno de esos escritores en los que pensamos, sobre todo, con agradecimiento. Leer sus relatos es recuperar el placer con el que leíamos en la infancia: olvidados del mundo, hipnotizados por una voz que en cada recodo de la historia parece a punto de revelarnos un secreto esencial para nuestra vida. Sí, sentimos gratitud por la agudeza de su mirada, por la elegancia popular de sus frases, por el humor indeclinable. Y sobre todo, por preservar, con un oído y una capacidad para el diálogo absolutamente únicos, las voces de los nuestros.


Antes de leer El Tumba, quise saber con qué me iba a encontrar. En la Fanpage del libro, su autor la define como una novela costumbrista, que amalgama géneros como el policial y el fantástico. Me confieso de poco vuelo para lo fantástico, de manera que decidí dejarlo en manos del policial. De entrada, el rasgo costumbrista de la novela me estableció con comodidad en la lectura. La empatía fue instantánea.

Los personajes de esta historia son hombres y mujeres de barrio que contribuyen a crear un contexto de lugares comunes: la calle, un bar, el hogar de una familia tipo, matrimonios desgastados, hijos resignados y otros no tanto, que luchan por cambiar su destino, y por qué no, el de los otros a través del estudio. Por momentos, durante el monólogo interior de algunos personajes, subyace la diferencia abismal entre los géneros – hombre, mujer – a la hora de encarar o proponer soluciones a los problemas. El prejuicio se plantea como algo natural, casi – diría - inherente al ser humano en general.

En esta novela, no vamos a encontrar estereotipos; aquí la belleza no es sublime, el bien no es puro, no hay héroes o heroínas que superen la mediocridad. Entiendo que es precisamente esto último lo que permite al lector sentirse identificado en alguna parte de la historia, puesto que se trata de personajes reales, creíbles.

Lo fantástico se presenta a través de toda la historia con mucha sutileza. De esta manera, uno no recibe un golpe de lo irreal; por el contrario, se deja seducir por la duda. El personaje que le da el título a esta novela trabaja en un cementerio y será en ese peculiar contexto donde el autor tensará la imaginación del lector, haciendo creíble lo increíble. En medio de conflictos personales se presenta el condimento del policial: la aparición de un asesino en serie que inyectará la acción y el misterio que faltaban para convertir a la obra en un jugoso thriller.

Resumiendo, Javier Ávila se puso sobre los hombros temas ásperos como el abuso, la violencia, el alcoholismo, el adulterio, la rutina, el desgaste, etc. Con todo, tejió una historia sin desperdicio y la descargó al papel de manera impecable. Excelentemente narrada, atrapa desde el principio y no hay riesgo de querer abandonarla hasta conocer su desenlace. Mis felicitaciones al autor!

Y para finalizar, les cuento que “El Tumba” es la primera parte de una saga titulada “El ángel de la noche”, cuyo segundo libro no tardará en editarse. Como esta novela fue autopublicada, quien se anime a leerla – se las recomiendo sin objeciones - puede encontrarla en la librería Factotum, de Berasategui. o pedírsela directamente al autor en la Fanpage El Tumba.


Hasta la próxima!


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